Cronología:
1. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN.
Introducción
A partir del último
tercio del siglo XVIII y durante la siguiente centuria, se sucederá una serie
de oleadas revolucionarias que destruirán las estructuras del Antiguo
Régimen. Ayudan a ello dos ideologías decisivas: el liberalismo y el nacionalismo.
La democracia sustituirá al absolutismo como forma de gobierno y la burguesía
se erigirá en la clase dominante frente a la aristocracia de origen feudal.
Simultáneamente a
estas transformaciones ideológicas y políticas, tiene lugar en lo económico el proceso
de industrialización, que abrirá paso a la sociedad urbana actual.
2. LA REVOLUCIÓN FRANCESA
SIGNIFICADO
El proceso que
conocemos como Revolución Francesa destruyó el Antiguo Régimen en Francia, uno
de los estados más importantes del mundo. Sus repercusiones no se
limitaron a ese país, por contra, sirvieron de modelo a los
revolucionarios de otros países que deseaban suprimir las desigualdades propias
del sistema estamental feudal y el absolutismo monárquico, sustituyéndolo por
uno nuevo fundamentado en la igualdad jurídica de los ciudadanos y en la
división de poderes.
Tras el nacimiento de USA, la francesa,
constituyó la primera revolución política burguesa y supuso la
implantación de los ideales liberalismo.
CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN
Crisis de la sociedad
En el último tercio
del siglo XVIII, la sociedad francesa seguía organizada en estamentos, tal y
como venía sucediendo desde la Edad Media. Clero y nobleza constituían el
estamento privilegiado, poseedor de privilegios y exenciones de diverso tipo,
entre ellas, no tener la obligación de pagar impuestos. El estamento de los no
privilegiados albergaba en su seno gentes de diversa condición, desde ricos
burgueses hasta mendigos. Sobre él recaían los impuestos que sustentaban al
Estado. La burguesía, clase en ascenso, enriquecida a través del comercio,
mostraba un profundo descontento con este sistema que la discriminaba con
respecto a los privilegiados. Reclamaba la participación en las decisiones del
Estado, la supresión de las desigualdades estamentales y la abolición del
absolutismo. Frente a esas ideas, se alzaban la nobleza, el clero y el rey,
reacios a renunciar a sus privilegios.
Crisis del Estado
La organización del
Estado francés se articulaba en torno a la figura del monarca: Luis XVI. Su
autoridad emanaba, según la teoría de derecho divino, directamente de Dios, por
lo que era indiscutida. Sin embargo, las tesis de la Ilustración y el liberalismo
ya habían calado en importantes sectores de la sociedad francesa, que anhelaba
profundas reformas políticas. Un mal endémico que aquejaba el Estado francés
era el déficit público, es decir, los gastos (mantenimiento de la Corte,
ejército, etc.) superaban con mucho a los ingresos. Se hacía necesario arbitrar
nuevos impuestos para paliarlo. Esos impuestos recaían sobre los no
privilegiados, pues nobleza y clero estaban exentos de contribuir. Ello
provocaba un gran descontento popular, máxime cuando la aristocracia y los
monarcas ostentaban una vida de derroche en tiempo de una profunda crisis
económica.
Crisis económica
Como cualquier
sociedad del Antiguo Régimen, Francia se veía sometida cíclicamente a malas
coyunturas económicas provocadas por crisis de subsistencias. En 1788 el precio
del trigo, cereal panificable, alimento esencial en la dieta del pueblo llano,
alcanzó el máximo del siglo. Sin embargo, ello no condicionó el despilfarrador
ritmo de vida de las clases pudientes, especialmente de la nobleza cortesana.
Los gastos de la monarquía consumían las arcas estatales, la Corte de Versalles
en sí misma, constituía un auténtico sumidero de recursos. Sobre los no
privilegiados recaía todo el peso impositivo que mantenía el Estado, mientras
que nobleza y clero no aportaban nada, pues estaban exentos de tal obligación.
Una buena parte de las clases urbanas y campesinas padecía hambre, lo que
generó un ambiente de rechazo hacia los que consideraban responsables de la
situación: los privilegiados y la realeza.
Crisis ideológica
La acción de la
Ilustración se hizo notar a través de la crítica a las instituciones feudales.
Ideólogos como Voltaire, Montesquieu o Rousseau, atacaron el predominio
ideológico de la Iglesia, defendieron la división de poderes y abogaron por la
soberanía nacional y la igualdad legal de todos los ciudadanos. La
independencia de las colonias británicas de Norteamérica y el consiguiente
nacimiento de un nuevo estado fundamentado en las ideas liberales, constituyó
un ejemplo palpable de que podía llevarse a la práctica lo que hasta entonces
habían sido meras ideas difundidas a través de las tertulias de salón, los
panfletos o los escritos filosóficos.
PRINCIPALES ETAPAS DE LA REVOLUCIÓN
La revuelta de los privilegiados
Se produce por la
oposición del estamento privilegiado a las medidas que los ministros de Luis
XVI (Calonne, Brienne, etc.) intentaron aplicar para paliar el déficit
galopante del Estado francés. Éstos habían ideado que nobleza y clero
contribuyesen a las arcas del Estado por medio de un impuesto sobre la
propiedad agraria. Hay que recordar que uno de los privilegios que poseían
estos grupos era precisamente el de estar exentos de pagar impuestos. Al
apreciar que sus tradicionales derechos no serían respetados, se opusieron a
tal pretensión y solicitaron al rey la convocatoria de los Estados Generales,
una asamblea de origen medieval, en la que también tenía presencia el Estado
Llano y que no se había reunido desde 1614. El objetivo de esa convocatoria no
era otro que discutir sobre los problemas hacendísticos. Bien pronto, sin
embargo, la atención se centraría en otros asuntos.
.
Los Estados Generales
Los Estados Generales
se reunieron en Versalles el 5 de mayo de 1789, con la concurrencia de los tres
brazos estamentales: Aristocracia, Clero y Estado Llano. Su propósito era
resolver el problema del déficit que aquejaba al Estado francés. Sin embargo,
esta asamblea sirvió de plataforma reivindicativa al Estado Llano, que
demandaba reformas políticas radicales. Esas reivindicaciones fueron expresadas
a través de los llamados “Cuadernos de Quejas”.
Los no privilegiados
plantearon que las decisiones fuesen acordadas mediante votación individual (1
diputado igual a 1 voto), a lo que se opusieron rotundamente nobleza y clero,
partidarios de las votaciones tradicionales por estamentos (exclusivamente 3
votos, que correspondían a cada uno de los mismos). Ante esta frontal
oposición, el Estado Llano (Tercer Estado), optó por abandonar la sesión y se
reunió por separado en un frontón de Versalles (juego de pelota) para deliberar
sobre sus demandas. Este acto es conocido como "El juramento del juego de
la pelota".
La Asamblea Nacional-Constituyente
(1789-1791)
Reunidos los
diputados del Estado Llano, se erigieron en Asamblea de carácter nacional,
jurando solemnemente elaborar para Francia una Constitución que limitase el
poder del rey (“Juramento del juego de la pelota”). La Asamblea Nacional se
convertía de ese modo en Constituyente. El 14 de julio de 1789 fue asaltada la
Bastilla, cárcel real situada en París y símbolo del absolutismo. Se iniciaba
de ese modo el proceso revolucionario. La Asamblea Constituyente abolió los
privilegios feudales, declaró los Derechos del Hombre y del Ciudadano, así como
la libertad e igualdad de los hombres. La Constitución de 1791 declaraba a
Francia una monarquía de carácter limitado o constitucional, donde regía la
división de poderes y la soberanía nacional. El principal grupo promotor estas
reformas fue el de los girondinos, sector moderado de los revolucionarios.
La Asamblea Legislativa (1791-1792)
Promulgada la
Constitución de 1791, una nueva Asamblea (Legislativa), se encargó de elaborar
leyes para Francia dentro del marco constitucional. El rey, descontento con el
papel que limitaba su poder, intentó huir a Austria (junio de 1791), pero fue
sorprendido y devuelto a París. Las potencias absolutistas (Austria y Prusia)
decidieron intervenir a favor del rey. Francia declaró la guerra a Austria y,
tras unos iniciales fracasos, logró vencer a sus oponentes, salvando la
revolución. Los revolucionarios se escindieron en varias tendencias, cobrando
cada vez mayor protagonismo los más radicales (entre ellos, los jacobinos y los
Sans-Culottes), partidarios de profundos cambios democráticos. Una Comuna
Revolucionaria se constituyó en París, arrestó al rey y persiguió a sus
seguidores. Se ponía fin a la monarquía que consagraba la Constitución de 1791.
La Convención Nacional (1791-1794)
La Asamblea
Legislativa fue sustituida por la Convención Nacional, mediante sufragio
universal. La monarquía fue abolida y se instauró la República Francesa.
Durante este período la revolución se escoró hacia el radicalismo. Los
girondinos fueron sustituidos por los jacobinos (radicales) como tendencia
triunfadora. Emergieron líderes como Danton, Marat o Robespierre, quien
finalmente se convirtió en el máximo líder. El rey es guillotinado en enero de
1793. Se instaura un “Régimen de Terror” que elimina a los miembros más
moderados. Más de 16.000 personas son ejecutadas. La Revolución alcanza su fase
más radical, violenta y, al mismo tiempo, democrática. Las potencias
extranjeras recrudecen su lucha contra Francia, aunque ésta logra salir
triunfadora.
En Julio de 1794, un
golpe de estado liderado por los sectores conservadores, depone a Robespierre,
que es guillotinado, dando paso a una etapa moderada que interrumpe el proceso
revolucionario.
El Directorio (1795-1799)
Durante esta etapa la
burguesía moderada vuelve a recuperar las riendas del proceso revolucionario.
Se promulga una nueva constitución moderada (la de 1795) que sustituye a la de
1793. El poder ejecutivo (el gobierno) se reparte entre 5 directores. No
obstante, la capacidad de liderazgo de este sistema de gobierno fue escasa, de
ahí su efímera vida, abriéndose de nuevo un proceso constituyente con objeto de
elaborar una nueva constitución. En noviembre de 1799 (“Brumario” para los
revolucionarios), un golpe de estado protagonizado por el general Napoleón
Bonaparte, el más prestigioso de la revolución, terminó con el Directorio,
instaurándose en su lugar el denominado “Consulado”, por el que tres cónsules,
entre ellos el mismo Napoleón, tomaron las riendas del gobierno. En realidad
que éste último quien ostentó realmente el poder. La experiencia duró hasta que
Napoleón fue nombrado “Cónsul Vitalicio”, eliminando de la escena política a
los otros dos.
3. NAPOLEÓN
En 1799, Napoleón
Bonaparte, prestigioso general de la Revolución, dio un golpe de estado que
terminó con el régimen del Directorio. Fue nombrado Primer Cónsul, más
tarde, Cónsul Vitalicio (1802). En 1804, se autoproclamó Emperador de
los franceses.
Su gobierno
(1799-1815) supuso, a nivel interno, la consolidación del Estado
revolucionario, pero desde una perspectiva conservadora, personalista y
autoritaria. A nivel externo, se erigió en el baluarte de las ideas
ilustradas y la modernidad, frente a los defensores del Antiguo Régimen.
Su objetivo era
conseguir una Europa unida bajo su autoridad y abolir la sociedad
estamental. Se valió de una política imperialista que lo empeñó en
varias guerras contra diversos estados, fundamentalmente, Austria,
Rusia, Prusia e Inglaterra. Éstos, aliados en sucesivas coaliciones,
fueron derrotados en varias campañas militares, hasta que entró en declive tras
la de Rusia. Vencido en la batalla de Leipzig (1813), abdicó y
fue exiliado a la isla de Elba. En 1815 regresa a Francia como
emperador, cien días más tarde es derrotado de nuevo en Waterloo y
recluido en la isla de Santa Elena, donde permaneció hasta su muerte,
acaecida en 1821.
CARACTERÍSTICAS DE SU GOBIERNO
En el plano interno
La figura de Napoleón
representa para Francia la consolidación del proceso revolucionario. Éste,
durante el Directorio, había entrado en una fase de gran inestabilidad
política. Napoleón, general de prestigio, tomó las riendas del poder,
estabilizando la situación. Desde unos presupuestos moderados, autoritarios y
personalistas, su labor puede resumirse en las siguientes actuaciones:
- Desde el punto de vista político, acometió la
centralización administrativa de Francia, creado prefecturas (provincias)
dependientes del Gobierno de París. Asimismo realizó profundos cambios en la
administración de justicia, a la que puso bajo su control. De enorme
importancia fue la promulgación del Código Civil de 1804, que tiene plena
vigencia hoy día en Francia y otros países. Por contra, restableció la censura
y anuló la libertad de prensa y expresión.
- Desde el punto de vista social, consolidó a la
burguesía como clase dominante por encima de los antiguos grupos privilegiados
(nobleza y clero). Esta clase sería el motor de los cambios económicos que se
desarrollarían a lo largo del siglo XIX dentro del proceso conocido como
Revolución Industrial. No obstante, la antigua nobleza se integró plenamente en
el régimen. - Desde el punto de vista económico, propició la formación de una
clase social de agricultores de clase media, reafirmando las reformas agrarias
acometidas durante la Revolución. Muchas de las tierras expropiadas a la
nobleza por los revolucionarios fueron reintegradas a sus antiguos dueños.
También emprendió reformas financiera, entre ellas, la creación el Banco de
Francia o la emisión de una nueva moneda. - Desde el punto de vista ideológico,
solucionó las malas relaciones que Francia mantenía desde la Revolución con la
Iglesia Católica, por medio de la firma del Concordato de 1801. Ello puso fin a
la división interna de los franceses en materia religiosa.
En el plano externo
Napoleón proyectó
crear una Europa unida en torno a un orden que destruyese la sociedad
estamental del Antiguo Régimen. Intentó llevar a la práctica dicha idea
mediante una serie de conquistas que le permitieron crear un extenso imperio
bajo su liderazgo personal. Éste sería administrado mediante familiares o
militares de prestigio colocados como satélites de Francia. Contó con la
colaboración de las clases ilustradas de los países conquistados. A éstos los
dotó de una moderna administración y de códigos legales similares al francés.
Sus deseos integradores e internacionalistas constituyen un precedente de la
unidad de Europa, plasmada en nuestros días en la Unión Europea.
La creación del
imperio fue posible gracias al poder militar de Francia, que logró vencer las
resistencias de los estados absolutistas (Prusia, Austria, Rusia, España, etc.)
ayudados por Inglaterra. Napoleón organizó un poderoso ejército, dotándolo de
una eficaz organización. Su capacidad de liderazgo y sus dotes de estratega le
hacen figurar entre los más significados militares de la historia. No obstante
su genio militar y las derrotas de las numerosas coaliciones que se alzaron en
su contra, finalmente fue vencido en la batalla de Waterloo (1815), siendo
recluido en la isla de Santa Elena hasta su muerte en 1821. En tanto, se
restablecía el absolutismo monárquico en Francia, encarnado en la figura del
rey Luis XVIII.
El imperialismo
napoleónico suscitó una fuerte oposición en los países conquistados estimulando
el nacionalismo de numerosos pueblos (Rusia, España, etc.). En adelante, este
sentimiento constituiría uno de los motores de la historia europea.
4. LA RESTAURACIÓN
SIGNIFICADO
Se conoce como Restauración
al período comprendido desde la derrota de Napoleón en 1815 y el inicio de
la oleada revolucionaria de 1830. La caída de Napoleón supuso la
reposición en Francia de la dinastía absolutista de los Borbones representada
por Luis XVIII, hermano del guillotinado Luis XVI.
En la mayor parte de
Europa diversos teóricos tradicionalistas (Bonald, De Maistre, etc.) así
como los reyes absolutistas, intentaron recuperar las estructuras del Antiguo
Régimen. Para ello se basaron en los postulados establecidos en el Congreso
de Viena (1815).
Según esos
principios, la vida social y política debía descansar sobre los reyes,
la Iglesia, y la aristocracia. Se exaltaba el orden, la autoridad
y la obediencia frente a las ideas revolucionarias.
A pesar de esos
intentos, sus defensores sólo obtuvieron un éxito parcial, ya que era
imposible retornar sin más a la situación anterior a la Revolución. Algunas de
las conquistas de ésta eran ya irreversibles. Finalmente, las oleadas revolucionarias
1830 y 1848 dieron al traste con esa conservadora y trasnochada
forma de hacer política.
CARACTERÍSTICAS
La caída de Napoleón
animó a las grandes potencias vencedoras a adoptar una serie de principios
por los cuales debía regirse la vida política de los estados, así como las
relaciones internacionales. Los fundamentales son:
El legitimismo: cualquier monarca
debe basar su gobierno en las leyes y en la herencia, no en la fuerza.
Responsabilidad
internacional de los estados: la vida internacional debe estar sujeta al
concierto de las grandes potencias.
Importancia de los
congresos: las
disputas entre potencias han de solventarse pacíficamente mediante reuniones.
Derecho de
intervención: las
potencias han de impedir que los comportamientos revolucionarios de ciertos
países puedan contagiarse a otros.
Estos principios se
moldearon en diversos congresos, pero el más importante, fue el celebrado en Viena
en 1815, que tuvo importantes repercusiones en el replanteamiento de la política
internacional, entre ellos una nueva configuración territorial del mapa
de Europa.
El Congreso de Viena
Reunido en la capital
austríaca entre 1814 y 1815, fue uno de los acontecimientos internacionales más
relevantes del siglo XIX, pues en él se fijaron gran parte de las bases del
régimen de la Restauración y se trazó un nuevo mapa político y territorial tras
la caída de Napoleón. Participaron en él las potencias vencedoras: Austria,
cuyo canciller Metternich dirigió el congreso, Gran Bretaña (Castlereagh),
Rusia (Alejandro I), Prusia (Humbolt) y Francia (Talleyrand). Además
intervinieron otros países, pero su papel fue irrelevante, caso de España. Sus
objetivos fueron: restaurar el Antiguo Régimen (idea no secundada por
Inglaterra), reafirmar el origen divino de los reyes (legitimismo), fomentar la
solidaridad entre los estados y la búsqueda del equilibrio entre las cinco
grandes potencias. A ello hubo que añadir la reordenación del mapa de Europa.
Rusia consiguió parte de Polonia, Austria Lombardía y el Véneto, Prusia
Renania, Sarre y Sajonia. Se crearon además nuevos estados, como el de los
Países Bajos (Holanda y Bélgica).
5. LIBERALISMO y NACIONALISMO: DOS IDEOLOGÍAS
UNIDAS.
La Restauración del
absolutismo en Europa había supuesto la persecución de las ideas liberales difundidas
por la Ilustración y puestas en práctica por Revolución Francesa y
Napoleón.
A pesar de esta
represión, el liberalismo, alentado por la burguesía, fue en
auge. Las ideas de soberanía nacional, de división de poderes, de
defensa de los derechos individuales y de libertad económica,
estaban ya firmemente asentadas en importantes capas de la sociedad europea, y
no dejaron de desarrollarse hasta resquebrajar definitivamente los
principios del Antiguo Régimen impuestos por la Restauración.
Al lado del Liberalismo,
surge una fuerza que le acompañará: el Nacionalismo.
Ambas ideologías,
junto al Romanticismo, que indagaba en las raíces de los pueblos y su
historia, así como la supremacía del sentimiento sobre la razón, irán
frecuentemente unidas. Tal sucedió en las distintas oleadas
revolucionarias de la primera mitad del siglo XIX (1820, 1830 y 1848) o, ya
durante la segunda, en el proceso de unificación italiano.
5.1. LAS IDEOLOGÍAS
LIBERALES
El término
liberalismo tiene un amplio significado, aplicable a diversos campos
como el político, el económico, el social o el filosófico.
Podría definirse como
una corriente que exalta y defiende los valores del individuo y sus
derechos frente a la injerencia del Estado y los poderes públicos.
La Ilustración difundió
las ideas liberales que más tarde sirvieron de base ideológica a las
revoluciones de Estados Unidos y Francia. Esas ideas jugaron un
papel decisivo en las oleadas revolucionarias de la primera mitad del
siglo XIX, la de 1820, 1830 y 1848.
Características del liberalismo:
-Desde el punto de
vista POLÍTICO
Frente al absolutismo de "derecho
divino" de las monarquías del Antiguo Régimen, el liberalismo sostiene que
la soberanía reside en la "nación". Ésta la integran ciudadanos
libres que, por propia voluntad, deciden guiarse por unas leyes creadas por sí
mismos. Frente a los soberanos que concentran en sus manos todo el poder, éste
debería repartirse entre diversas instancias. Montesquieu habla de tres
poderes: el legislativo, encargado de hacer las leyes, que reside en el
parlamento; el ejecutivo, responsable de hacerlas cumplir, que reside en el
gobierno; y el judicial, aquel que ha de mediar en los conflictos entre los
ciudadanos y que reside en los tribunales y los jueces. Para garantizar el
respeto de los derechos y libertades, los estados han de dotarse de una
constitución, norma suprema o "ley de leyes" que limite el poder de
los gobernantes.
-Desde el punto de
vista SOCIAL
La sociedad del
Antiguo Régimen consagraba la desigualdad estamental y atribuía a los súbditos
un papel diferente según su nacimiento. Por contra el Liberalismo contempla la
igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley.
Fue la burguesía,
integrante del estamento no privilegiado, la que dio aliento a las ideas
liberales. Primero, de forma pacífica, canalizándolas a través de la
Ilustración. Más tarde, imponiéndolas por la fuerza a lo largo de las sucesivas
oleadas revolucionarias que sacudieron Europa desde el último tercio del siglo
XVIII hasta la segunda mitad del XIX. El liberalismo fue un fenómeno paralelo a
la Revolución Industrial. La principal beneficiaria del proceso de industrialización
fue la burguesía, que acumuló una inmensa cantidad de capital que le confirió
el dominio de la nueva sociedad de clases, dividida en función de la de la
riqueza y no de los privilegios.
-Desde el punto de
vista ECONÓMICO
El Liberalismo sostiene
que el Estado ha de intervenir lo menos posible en los asuntos de la economía.
Es la iniciativa privada sobre la que ha de descansar el orden natural de la
misma. Ataca pues, los principios de la corriente económica en boga en los
siglos XVII y XVIII, el mercantilismo. La primera escuela crítica con el
mercantilismo fue la fisiócrata. Propugnaba, entre otras cosas, que no se
pusiesen obstáculos al libre desarrollo del comercio. Su lema "dejad
hacer, dejar pasar, el mundo marcha por sí solo", fue asimilado por el
liberalismo clásico, cuyo teórico más relevante fue Adam Smith.
Adam Smith, en su
obra "Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las
naciones" (1776), establece que es el individuo quien, en la búsqueda de
su interés personal, genera riqueza y bienestar colectivos. El trabajo y el
mercado libre son los principales puntales de la economía. Atacaba de ese modo
a los grupos privilegiados, al considerarlos parásitos.
-Desde el punto de
vista IDEOLÓGICO
La defensa de la
libertad de los individuos, concretada en el derecho a la libre conciencia,
expresión y asociación fueron rasgos esenciales del liberalismo. Por su parte,
el racionalismo supuso la separación entre Iglesia y Estado, la libertad
religiosa. Se abrió paso la educación de carácter laico, relegando las
creencias religiosas al plano individual y sujetándolas a la libertad de
pensamiento. La idea de progreso caló en todos los ámbitos de la vida: técnico,
económico, social. Era la naturaleza la que había de regular esa tendencia a la
perfección, mediante la libre competencia de hombres libres. La función que
habría de restar al Estado era regular ese juego mediante un número lo más
limitado posible de leyes. Cuantas menos, mejor. El papel tradicional de la
Iglesia como fuente de autoridad científica y árbitro moral quedó en
entredicho, de ahí la feroz oposición de esta institución a las ideas
liberales.
Importancia y
tendencias del liberalismo
El liberalismo
constituyó una formidable fuerza que minó la estructura del Antiguo Régimen.
Sin embargo, no constituyó un movimiento unitario, sino que se escindió en dos
corrientes bien diferenciadas:
- Una, conservadora,
conocida como "liberalismo doctrinario", partidaria de conceder
derechos políticos tan solo aquellos que contasen con la suficiente riqueza y
formación (sufragio censitario).
- La otra, el
"liberalismo democrático", partidario de extender plenos derechos a
todos los ciudadanos masculinos sin otro tipo de distinción de riqueza o
preparación. Éstos podrían ejercer libremente y sin restricción su voto
(sufragio universal).
La Revolución
Industrial puso de manifiesto que un débil Estado competente tan solo en
materias de orden público, justicia o defensa, era incapaz de garantizar una
mínima justicia y equidad social, pues no impedía la explotación y miseria de
amplios sectores de la sociedad.
5.2. LAS IDEOLOGÍAS
NACIONALISTAS
A lo largo del siglo
XIX, esta constituyó una corriente que impulsó la creación de nuevos estados
nacionales, al tiempo que reforzaba los lazos entre los ciudadanos de los
ya existentes.
Nacionalismo y liberalismo
jugaron
un importante papel a lo largo del siglo XIX, especialmente durante la primera
mitad. Según los liberales, la soberanía residía en la nación, por ello
era necesaria la existencia de una comunidad cohesionada y libre, con
unos rasgos comunes (lengua, cultura, historia) que pudiese expresarse a través
de un Estado nacional. Un claro ejemplo de este maridaje lo constituye
el nacionalismo italiano.
Durante la segunda
mitad del siglo XIX, esta ideología se adentra en una fase de carácter conservador,
que pervivirá durante el siglo XX.
Características del nacionalismo
El nacionalismo no es
un fenómeno exclusivo del siglo XIX, hay que buscar sus orígenes en la Baja
Edad Media como reacción al feudalismo. Tuvo además una gran proyección en el siglo
XX. Fueron los revolucionarios franceses con su idea de nación frente a
absolutismo, los que dieron impulso a esta ideología. Las invasiones
napoleónicas espolearon los sentimientos nacionalistas de españoles, rusos y
alemanes. La Restauración, con la imposición de los viejos valores y la
creación de estados artificiales, incrementó los ánimos nacionalistas (así
ocurrió con Bélgica, incorporada a Holanda). Éste sentimiento se percibió en
las revoluciones de 1820, 1830 y 1848. Ejemplos de nacionalismo fueron la
independencia de Grecia frente a Turquía o el de las colonias españolas de
América. Sin embargo, los casos más significativos de la acción nacionalista
fueron las unificaciones italiana y alemana.
Clases de nacionalismo:
- El nacionalismo liberal considera que una
nación surge de la voluntad de los individuos que la componen. Éstos adquieren
el compromiso de vivir en armonía y gobernarse por medio de unas instituciones
comunes. Es el deseo de las personas el que constituye la colectividad. Este tipo
de nacionalismo está muy influido por la Ilustración (Rousseau). Se desarrolló
en Italia durante la unificación, así como en Francia. Su más importante
teorizador fue el italiano Mazzini.
- El nacionalismo conservador u orgánico también
llamado orgánico, considera a la nación como un órgano vivo que presenta unos
rasgos comunes: lengua, cultura, territorio, tradiciones e historia. La nación
está por encima de la voluntad de los individuos. Aquel que nace en ella es
portador de esos rasgos, lo desee o no, como si de una carga genética se
tratase. Sus principales valedores fueron los alemanes Herder y Fichte.
Evolución del nacionalismo
El nacionalismo fue
en sus orígenes una ideología propia de minorías, pero adquirió a finales del
siglo XIX un carácter de masas. Las revoluciones de 1848 contribuyeron a
acrecentar su potencial. Durante la primera mitad del siglo XIX, constituyó un
movimiento muy ligado al liberalismo de signo progresista enfrentado a las
ideas de la Restauración. Es el caso del nacionalismo griego frente al imperio
turco, el de las colonias americanas sublevadas contra España, o el de húngaros
y checos frente al imperio austríaco. Sin embargo, durante la segunda mitad de
siglo, fue adquiriendo un talante conservador y belicoso, supeditando la
libertad de los ciudadanos a los proyectos de las minorías identificadas con el
poder. Este tipo de nacionalismo constituyó uno de los ingredientes del
imperialismo y engendró numerosos conflictos, algunos de ellos tan decisivos
como la Primera Guerra Mundial.
6. LAS REVOLUCIONES LIBERALES
SIGNIFICADO
El orden impuesto por
la Restauración tuvo una escasa duración. Los sentimientos nacionalistas y
la ideología liberal afloraron en numerosos países e hicieron frente a
la represión de las ideas surgidas de la Revolución Francesa.
Durante la primera mitad del siglo XIX, se
produjeron varios ciclos revolucionarios: 1820, 1830 y 1848.
Cada uno de ellos tuvo sus propias características, pero en todos ellos fue la burguesía
la principal clase social implicada. En la de 1848, intervino además una
nueva: el proletariado.
El resultado de
estos conflictos fue desigual, pues mientras en el caso de Grecia la
revolución logró triunfar, en otros lugares (España, Italia, Polonia, etc.), no
lograron su objetivo.
Afectó a varias
partes de Europa,
pero tuvo su origen en Francia y tuvo mayor relevancia que su
predecesora de 1820. Al igual que en la de 1789 confluyeron varias causas.
Entre ellas, económicas: una grave crisis agrícola, que provocó una
fuerte elevación de los precios, así como la crisis de la industria.
En ella se mezclaron reivindicaciones
de carácter liberal y de carácter nacionalista. Las asociaciones
secretas (masones, carbonarios) jugaron un importante papel en las
insurrecciones contra el poder constituido.
En Francia la sublevación
estalló ante el gobierno absolutista de Carlos X, quien aprobó una serie
de ordenanzas que coartaban seriamente diversos derechos (libertad de
prensa, voto, etc.). Tras las llamadas "Tres jornadas gloriosas" el
rey fue obligado a abdicar y fue sustituido por Luis Felipe de
Orleans, quien estableció un régimen liberal de signo moderado, con
sufragio censitario.
La Revolución se
extendió por
otras áreas. En Bélgica tuvo éxito, logrando independizarse de Holanda.
Pero fracasó en Polonia, que trató de independizarse de Rusia, así como
en Italia.
Características
La revolución en
Francia
Después de la oleada
revolucionaria de 1820, nuevas convulsiones se extendieron por Europa. Las
revoluciones de 1830 tuvieron su origen en Francia. Carlos X de Borbón, monarca
de talante absolutista, intentó recortar los derechos de los franceses, entre
ellos, el de libertad de prensa, por medio de una serie de disposiciones
legales: las “Ordenanzas de julio”. Éstas eliminaban las libertades concedidas
por su hermano y predecesor Luis XVIII recogidas en la Carta Otorgada de 1814.
La revuelta estalló
en París y, tras las denominadas “Tres jornadas gloriosas”, el rey hubo de
abdicar presionado por los liberales. Le sucedió Luis Felipe, de la dinastía de
Orleans, quien volvió al marco de la Carta Otorgada. Reinó hasta 1848, año en
que estalló una nueva revolución. El nuevo régimen era de signo liberal, y
admitía el sufragio de carácter restringido o censitario. Se trataba de una
monarquía de carácter limitado, que reconocía la soberanía nacional.
La revolución fuera
de Francia
Tras el estallido de
la Revolución en Francia, ésta se extendió por otros territorios. Bélgica, tras
el Congreso de Viena, había sido integrada junto a Holanda en un nuevo estado,
el de los Países Bajos. Los belgas deseaban la liberación nacional. El
movimiento tuvo éxito y Bélgica alcanzó la independencia bajo una monarquía
constitucional representada por el rey Leopoldo I. Los polacos, imbuidos por un
sentimiento nacionalista, se sublevaron contra el Imperio Ruso. Su intento
fracasó tras una dura represión. En Alemania hubo también movimientos de
carácter antiabsolutista, mezclándose éstos con aspiraciones nacionalistas que
pretendían la unificación. En Italia, al igual que en Alemania, confluyeron
reivindicaciones de carácter liberal y nacionalista. Así Parma y Módena
registraron revueltas contra el poder austríaco, que también fracasaron.
Balance de las
revoluciones de 1830
Las revoluciones de
1830 dejaron el escenario geopolítico europeo fragmentado. Por un lado, Europa
Occidental, donde el liberalismo triunfó (Francia, Bélgica, algo más tarde
España). Allí, en adelante, las confrontaciones políticas se dirimirían entre
liberales conservadores, partidarios del sufragio censitario, y liberales
progresistas, partidarios del sufragio universal masculino. En Europa Oriental,
los estados absolutistas (Austria, Rusia y Prusia) mantuvieron vivo el espíritu
de la Restauración y las luchas de tipo político se articularían en torno a la
consecución de unas libertades básicas, acompañadas de reivindicaciones de
carácter nacionalista. Pasaría poco tiempo antes de que una nueva oleada
revolucionaria, la de 1848, sacudiese de nuevo Europa.
LA OLEADA REVOLUCIONARIA DE 1848
Al igual que la de
1830, la oleada revolucionaria de 1848 se originó en Francia, luego se extendería
a otros países. Sus repercusiones tuvieron gran importancia, no sólo
política, también social. Fue denominada "La primavera de los
pueblos".
Sus causas fueron fundamentalmente económicas
y políticas.
En 1847 estalla una crisis
agrícola como consecuencia de una serie de malas cosechas consecutivas. Los
precios de los alimentos básicos suben y afectan a las clases populares. La industria
se vio igualmente afectada, llevando al paro a muchos obreros. La monarquía
de Luis Felipe de Orleans, se había centrado en favorecer a la alta
burguesía. La pequeña burguesía y el proletariado urbano se
aliaron en demanda del sufrago universal.
El rey hubo de abdicar
y los revolucionarios proclamaron la II República, bajo la
presidencia de Luis Napoleón Bonaparte. Se estableció el sufragio universal
masculino.
Las revueltas se extendieron
por Austria, Prusia y otros estados. Aunque fracasaron, las
revoluciones de 1848 tuvieron una gran influencia en el liberalismo y en
la aparición del movimiento obrero.
Características
La revolución en Francia .
La de 1848 constituye
la tercera oleada revolucionaria de carácter liberal del siglo XIX, tras las de
1820 y 1830. Su epicentro se situó en Francia, pero afectó a buena parte de
Europa. Entre las causas que la provocaron destacaron la crisis económica y la
restricción del derecho a voto (sufragio censitario) a una minoría, la alta
burguesía. El rey Luis Felipe de Orleans fue obligado a abdicar. Proclamada la
II República, bajo la presidencia de Luis Napoleón, se extendió el sufragio
universal (masculino), así como la libertad de prensa y asociación. Asimismo se
articularon medidas de carácter social: la jornada de 10 horas y la creación de
los Talleres Nacionales, para paliar el paro obrero. La radicalización de la
situación, asustó a la pequeña burguesía, que abandonó su alianza con los
obreros. En 1852 Luis Napoleón dio un golpe de estado y se proclamó emperador
(Napoleón III), iniciando una etapa de carácter reaccionario que terminó con
las conquistas de la revolución.
La revolución fuera de Francia
Tras el estallido
inicial en Francia, la oleada revolucionaria se extendió por otras partes de
Europa: - El Imperio Austríaco sufrió una serie de revueltas que obligaron a
huir a Metternich. Checos y húngaros se sublevaron. Se formó una Asamblea
constituyente. - Alemania también se vio afectada por los acontecimientos. El
rey Federico IV de Prusia hubo de aceptar una constitución que limitaba su
poder absoluto. En Frankfurt se gestó una Asamblea nacional, que intentó
canalizar las aspiraciones del nacionalismo alemán aunque, finalmente, fracasó.
- En Italia, los territorios que se encontraban bajo dominio austríaco
(Lombardía-Véneto) se sublevaron, aunque la rebelión fue abortada por las
tropas imperiales. En los Estados Pontificios el papa Pío IX huyó y se implantó
una efímera república. En el Piamonte se creó una monarquía constitucional, que
se convertiría en el motor de la unificación italiana.
.
Balance de las
revoluciones de 1848
Las revoluciones del
48 fracasaron. Aparentemente la reacción había salido triunfadora, el Antiguo
Régimen volvía a imponerse sobre los intentos democratizadores. La alta
burguesía continuó enriqueciéndose con sus negocios y controlando el poder
político, en tanto que la pequeña burguesía y la clase trabajadora eran
apartadas de él. A pesar de ello, hubo algunas conquistas que darían fruto a
largo plazo: - Se había experimentado el sufragio universal, en adelante, el
camino hacia la democracia fue imparable.
- El nacionalismo se
consolidó, amenazando el orden estatal hasta entonces conocido. Se iniciaban
las unificaciones de Italia y Alemania.
- El proletariado,
sometido a una despiadada explotación, comenzó a tomar conciencia de su
situación y a organizarse de manera autónoma, separando la defensa de sus
intereses de los de la pequeña burguesía. En adelante esta clase jugaría un
creciente papel social y político en la historia.
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