domingo, 23 de julio de 2017

Tema 1: La Crisis del Antíguo Régimen. El liberalismo


Cronología:
 1. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN.

Introducción
A partir del último tercio del siglo XVIII y durante la siguiente centuria, se sucederá una serie de oleadas revolucionarias que destruirán las estructuras del Antiguo Régimen. Ayudan a ello dos ideologías decisivas: el liberalismo y el nacionalismo. La democracia sustituirá al absolutismo como forma de gobierno y la burguesía se erigirá en la clase dominante frente a la aristocracia de origen feudal.
Simultáneamente a estas transformaciones ideológicas y políticas, tiene lugar en lo económico el proceso de industrialización, que abrirá paso a la sociedad urbana actual.

2. LA REVOLUCIÓN FRANCESA

SIGNIFICADO
El proceso que conocemos como Revolución Francesa destruyó el Antiguo Régimen en Francia, uno de los estados más importantes del mundo. Sus repercusiones no se limitaron a ese país, por contra, sirvieron de modelo a los revolucionarios de otros países que deseaban suprimir las desigualdades propias del sistema estamental feudal y el absolutismo monárquico, sustituyéndolo por uno nuevo fundamentado en la igualdad jurídica de los ciudadanos y en la división de poderes.
Tras el nacimiento de USA, la francesa, constituyó la primera revolución política burguesa y supuso la implantación de los ideales liberalismo.

CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN
Crisis de la sociedad
En el último tercio del siglo XVIII, la sociedad francesa seguía organizada en estamentos, tal y como venía sucediendo desde la Edad Media. Clero y nobleza constituían el estamento privilegiado, poseedor de privilegios y exenciones de diverso tipo, entre ellas, no tener la obligación de pagar impuestos. El estamento de los no privilegiados albergaba en su seno gentes de diversa condición, desde ricos burgueses hasta mendigos. Sobre él recaían los impuestos que sustentaban al Estado. La burguesía, clase en ascenso, enriquecida a través del comercio, mostraba un profundo descontento con este sistema que la discriminaba con respecto a los privilegiados. Reclamaba la participación en las decisiones del Estado, la supresión de las desigualdades estamentales y la abolición del absolutismo. Frente a esas ideas, se alzaban la nobleza, el clero y el rey, reacios a renunciar a sus privilegios.

Crisis del Estado
La organización del Estado francés se articulaba en torno a la figura del monarca: Luis XVI. Su autoridad emanaba, según la teoría de derecho divino, directamente de Dios, por lo que era indiscutida. Sin embargo, las tesis de la Ilustración y el liberalismo ya habían calado en importantes sectores de la sociedad francesa, que anhelaba profundas reformas políticas. Un mal endémico que aquejaba el Estado francés era el déficit público, es decir, los gastos (mantenimiento de la Corte, ejército, etc.) superaban con mucho a los ingresos. Se hacía necesario arbitrar nuevos impuestos para paliarlo. Esos impuestos recaían sobre los no privilegiados, pues nobleza y clero estaban exentos de contribuir. Ello provocaba un gran descontento popular, máxime cuando la aristocracia y los monarcas ostentaban una vida de derroche en tiempo de una profunda crisis económica.

Crisis económica
Como cualquier sociedad del Antiguo Régimen, Francia se veía sometida cíclicamente a malas coyunturas económicas provocadas por crisis de subsistencias. En 1788 el precio del trigo, cereal panificable, alimento esencial en la dieta del pueblo llano, alcanzó el máximo del siglo. Sin embargo, ello no condicionó el despilfarrador ritmo de vida de las clases pudientes, especialmente de la nobleza cortesana. Los gastos de la monarquía consumían las arcas estatales, la Corte de Versalles en sí misma, constituía un auténtico sumidero de recursos. Sobre los no privilegiados recaía todo el peso impositivo que mantenía el Estado, mientras que nobleza y clero no aportaban nada, pues estaban exentos de tal obligación. Una buena parte de las clases urbanas y campesinas padecía hambre, lo que generó un ambiente de rechazo hacia los que consideraban responsables de la situación: los privilegiados y la realeza.

Crisis ideológica
La acción de la Ilustración se hizo notar a través de la crítica a las instituciones feudales. Ideólogos como Voltaire, Montesquieu o Rousseau, atacaron el predominio ideológico de la Iglesia, defendieron la división de poderes y abogaron por la soberanía nacional y la igualdad legal de todos los ciudadanos. La independencia de las colonias británicas de Norteamérica y el consiguiente nacimiento de un nuevo estado fundamentado en las ideas liberales, constituyó un ejemplo palpable de que podía llevarse a la práctica lo que hasta entonces habían sido meras ideas difundidas a través de las tertulias de salón, los panfletos o los escritos filosóficos.

PRINCIPALES ETAPAS DE LA REVOLUCIÓN

La revuelta de los privilegiados
Se produce por la oposición del estamento privilegiado a las medidas que los ministros de Luis XVI (Calonne, Brienne, etc.) intentaron aplicar para paliar el déficit galopante del Estado francés. Éstos habían ideado que nobleza y clero contribuyesen a las arcas del Estado por medio de un impuesto sobre la propiedad agraria. Hay que recordar que uno de los privilegios que poseían estos grupos era precisamente el de estar exentos de pagar impuestos. Al apreciar que sus tradicionales derechos no serían respetados, se opusieron a tal pretensión y solicitaron al rey la convocatoria de los Estados Generales, una asamblea de origen medieval, en la que también tenía presencia el Estado Llano y que no se había reunido desde 1614. El objetivo de esa convocatoria no era otro que discutir sobre los problemas hacendísticos. Bien pronto, sin embargo, la atención se centraría en otros asuntos.
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Los Estados Generales
Los Estados Generales se reunieron en Versalles el 5 de mayo de 1789, con la concurrencia de los tres brazos estamentales: Aristocracia, Clero y Estado Llano. Su propósito era resolver el problema del déficit que aquejaba al Estado francés. Sin embargo, esta asamblea sirvió de plataforma reivindicativa al Estado Llano, que demandaba reformas políticas radicales. Esas reivindicaciones fueron expresadas a través de los llamados “Cuadernos de Quejas”.
Los no privilegiados plantearon que las decisiones fuesen acordadas mediante votación individual (1 diputado igual a 1 voto), a lo que se opusieron rotundamente nobleza y clero, partidarios de las votaciones tradicionales por estamentos (exclusivamente 3 votos, que correspondían a cada uno de los mismos). Ante esta frontal oposición, el Estado Llano (Tercer Estado), optó por abandonar la sesión y se reunió por separado en un frontón de Versalles (juego de pelota) para deliberar sobre sus demandas. Este acto es conocido como "El juramento del juego de la pelota".

La Asamblea Nacional-Constituyente (1789-1791)
Reunidos los diputados del Estado Llano, se erigieron en Asamblea de carácter nacional, jurando solemnemente elaborar para Francia una Constitución que limitase el poder del rey (“Juramento del juego de la pelota”). La Asamblea Nacional se convertía de ese modo en Constituyente. El 14 de julio de 1789 fue asaltada la Bastilla, cárcel real situada en París y símbolo del absolutismo. Se iniciaba de ese modo el proceso revolucionario. La Asamblea Constituyente abolió los privilegios feudales, declaró los Derechos del Hombre y del Ciudadano, así como la libertad e igualdad de los hombres. La Constitución de 1791 declaraba a Francia una monarquía de carácter limitado o constitucional, donde regía la división de poderes y la soberanía nacional. El principal grupo promotor estas reformas fue el de los girondinos, sector moderado de los revolucionarios.

La Asamblea Legislativa (1791-1792)
Promulgada la Constitución de 1791, una nueva Asamblea (Legislativa), se encargó de elaborar leyes para Francia dentro del marco constitucional. El rey, descontento con el papel que limitaba su poder, intentó huir a Austria (junio de 1791), pero fue sorprendido y devuelto a París. Las potencias absolutistas (Austria y Prusia) decidieron intervenir a favor del rey. Francia declaró la guerra a Austria y, tras unos iniciales fracasos, logró vencer a sus oponentes, salvando la revolución. Los revolucionarios se escindieron en varias tendencias, cobrando cada vez mayor protagonismo los más radicales (entre ellos, los jacobinos y los Sans-Culottes), partidarios de profundos cambios democráticos. Una Comuna Revolucionaria se constituyó en París, arrestó al rey y persiguió a sus seguidores. Se ponía fin a la monarquía que consagraba la Constitución de 1791.

La Convención Nacional (1791-1794)
La Asamblea Legislativa fue sustituida por la Convención Nacional, mediante sufragio universal. La monarquía fue abolida y se instauró la República Francesa. Durante este período la revolución se escoró hacia el radicalismo. Los girondinos fueron sustituidos por los jacobinos (radicales) como tendencia triunfadora. Emergieron líderes como Danton, Marat o Robespierre, quien finalmente se convirtió en el máximo líder. El rey es guillotinado en enero de 1793. Se instaura un “Régimen de Terror” que elimina a los miembros más moderados. Más de 16.000 personas son ejecutadas. La Revolución alcanza su fase más radical, violenta y, al mismo tiempo, democrática. Las potencias extranjeras recrudecen su lucha contra Francia, aunque ésta logra salir triunfadora.
En Julio de 1794, un golpe de estado liderado por los sectores conservadores, depone a Robespierre, que es guillotinado, dando paso a una etapa moderada que interrumpe el proceso revolucionario.

El Directorio (1795-1799)
Durante esta etapa la burguesía moderada vuelve a recuperar las riendas del proceso revolucionario. Se promulga una nueva constitución moderada (la de 1795) que sustituye a la de 1793. El poder ejecutivo (el gobierno) se reparte entre 5 directores. No obstante, la capacidad de liderazgo de este sistema de gobierno fue escasa, de ahí su efímera vida, abriéndose de nuevo un proceso constituyente con objeto de elaborar una nueva constitución. En noviembre de 1799 (“Brumario” para los revolucionarios), un golpe de estado protagonizado por el general Napoleón Bonaparte, el más prestigioso de la revolución, terminó con el Directorio, instaurándose en su lugar el denominado “Consulado”, por el que tres cónsules, entre ellos el mismo Napoleón, tomaron las riendas del gobierno. En realidad que éste último quien ostentó realmente el poder. La experiencia duró hasta que Napoleón fue nombrado “Cónsul Vitalicio”, eliminando de la escena política a los otros dos.

3. NAPOLEÓN
En 1799, Napoleón Bonaparte, prestigioso general de la Revolución, dio un golpe de estado que terminó con el régimen del Directorio. Fue nombrado Primer Cónsul, más tarde, Cónsul Vitalicio (1802). En 1804, se autoproclamó Emperador de los franceses.
Su gobierno (1799-1815) supuso, a nivel interno, la consolidación del Estado revolucionario, pero desde una perspectiva conservadora, personalista y autoritaria. A nivel externo, se erigió en el baluarte de las ideas ilustradas y la modernidad, frente a los defensores del Antiguo Régimen.
Su objetivo era conseguir una Europa unida bajo su autoridad y abolir la sociedad estamental. Se valió de una política imperialista que lo empeñó en varias guerras contra diversos estados, fundamentalmente, Austria, Rusia, Prusia e Inglaterra. Éstos, aliados en sucesivas coaliciones, fueron derrotados en varias campañas militares, hasta que entró en declive tras la de Rusia. Vencido en la batalla de Leipzig (1813), abdicó y fue exiliado a la isla de Elba. En 1815 regresa a Francia como emperador, cien días más tarde es derrotado de nuevo en Waterloo y recluido en la isla de Santa Elena, donde permaneció hasta su muerte, acaecida en 1821.

CARACTERÍSTICAS DE SU GOBIERNO

En el plano interno
La figura de Napoleón representa para Francia la consolidación del proceso revolucionario. Éste, durante el Directorio, había entrado en una fase de gran inestabilidad política. Napoleón, general de prestigio, tomó las riendas del poder, estabilizando la situación. Desde unos presupuestos moderados, autoritarios y personalistas, su labor puede resumirse en las siguientes actuaciones:
- Desde el punto de vista político, acometió la centralización administrativa de Francia, creado prefecturas (provincias) dependientes del Gobierno de París. Asimismo realizó profundos cambios en la administración de justicia, a la que puso bajo su control. De enorme importancia fue la promulgación del Código Civil de 1804, que tiene plena vigencia hoy día en Francia y otros países. Por contra, restableció la censura y anuló la libertad de prensa y expresión.
- Desde el punto de vista social, consolidó a la burguesía como clase dominante por encima de los antiguos grupos privilegiados (nobleza y clero). Esta clase sería el motor de los cambios económicos que se desarrollarían a lo largo del siglo XIX dentro del proceso conocido como Revolución Industrial. No obstante, la antigua nobleza se integró plenamente en el régimen. - Desde el punto de vista económico, propició la formación de una clase social de agricultores de clase media, reafirmando las reformas agrarias acometidas durante la Revolución. Muchas de las tierras expropiadas a la nobleza por los revolucionarios fueron reintegradas a sus antiguos dueños. También emprendió reformas financiera, entre ellas, la creación el Banco de Francia o la emisión de una nueva moneda. - Desde el punto de vista ideológico, solucionó las malas relaciones que Francia mantenía desde la Revolución con la Iglesia Católica, por medio de la firma del Concordato de 1801. Ello puso fin a la división interna de los franceses en materia religiosa.

En el plano externo
Napoleón proyectó crear una Europa unida en torno a un orden que destruyese la sociedad estamental del Antiguo Régimen. Intentó llevar a la práctica dicha idea mediante una serie de conquistas que le permitieron crear un extenso imperio bajo su liderazgo personal. Éste sería administrado mediante familiares o militares de prestigio colocados como satélites de Francia. Contó con la colaboración de las clases ilustradas de los países conquistados. A éstos los dotó de una moderna administración y de códigos legales similares al francés. Sus deseos integradores e internacionalistas constituyen un precedente de la unidad de Europa, plasmada en nuestros días en la Unión Europea.
La creación del imperio fue posible gracias al poder militar de Francia, que logró vencer las resistencias de los estados absolutistas (Prusia, Austria, Rusia, España, etc.) ayudados por Inglaterra. Napoleón organizó un poderoso ejército, dotándolo de una eficaz organización. Su capacidad de liderazgo y sus dotes de estratega le hacen figurar entre los más significados militares de la historia. No obstante su genio militar y las derrotas de las numerosas coaliciones que se alzaron en su contra, finalmente fue vencido en la batalla de Waterloo (1815), siendo recluido en la isla de Santa Elena hasta su muerte en 1821. En tanto, se restablecía el absolutismo monárquico en Francia, encarnado en la figura del rey Luis XVIII.
El imperialismo napoleónico suscitó una fuerte oposición en los países conquistados estimulando el nacionalismo de numerosos pueblos (Rusia, España, etc.). En adelante, este sentimiento constituiría uno de los motores de la historia europea.

4. LA RESTAURACIÓN

SIGNIFICADO
Se conoce como Restauración al período comprendido desde la derrota de Napoleón en 1815 y el inicio de la oleada revolucionaria de 1830. La caída de Napoleón supuso la reposición en Francia de la dinastía absolutista de los Borbones representada por Luis XVIII, hermano del guillotinado Luis XVI.
En la mayor parte de Europa diversos teóricos tradicionalistas (Bonald, De Maistre, etc.) así como los reyes absolutistas, intentaron recuperar las estructuras del Antiguo Régimen. Para ello se basaron en los postulados establecidos en el Congreso de Viena (1815).
Según esos principios, la vida social y política debía descansar sobre los reyes, la Iglesia, y la aristocracia. Se exaltaba el orden, la autoridad y la obediencia frente a las ideas revolucionarias.
A pesar de esos intentos, sus defensores sólo obtuvieron un éxito parcial, ya que era imposible retornar sin más a la situación anterior a la Revolución. Algunas de las conquistas de ésta eran ya irreversibles. Finalmente, las oleadas revolucionarias 1830 y 1848 dieron al traste con esa conservadora y trasnochada forma de hacer política.

CARACTERÍSTICAS
La caída de Napoleón animó a las grandes potencias vencedoras a adoptar una serie de principios por los cuales debía regirse la vida política de los estados, así como las relaciones internacionales. Los fundamentales son:
El legitimismo: cualquier monarca debe basar su gobierno en las leyes y en la herencia, no en la fuerza.
Responsabilidad internacional de los estados: la vida internacional debe estar sujeta al concierto de las grandes potencias.
Importancia de los congresos: las disputas entre potencias han de solventarse pacíficamente mediante reuniones.
Derecho de intervención: las potencias han de impedir que los comportamientos revolucionarios de ciertos países puedan contagiarse a otros.

Estos principios se moldearon en diversos congresos, pero el más importante, fue el celebrado en Viena en 1815, que tuvo importantes repercusiones en el replanteamiento de la política internacional, entre ellos una nueva configuración territorial del mapa de Europa.


El Congreso de Viena
Reunido en la capital austríaca entre 1814 y 1815, fue uno de los acontecimientos internacionales más relevantes del siglo XIX, pues en él se fijaron gran parte de las bases del régimen de la Restauración y se trazó un nuevo mapa político y territorial tras la caída de Napoleón. Participaron en él las potencias vencedoras: Austria, cuyo canciller Metternich dirigió el congreso, Gran Bretaña (Castlereagh), Rusia (Alejandro I), Prusia (Humbolt) y Francia (Talleyrand). Además intervinieron otros países, pero su papel fue irrelevante, caso de España. Sus objetivos fueron: restaurar el Antiguo Régimen (idea no secundada por Inglaterra), reafirmar el origen divino de los reyes (legitimismo), fomentar la solidaridad entre los estados y la búsqueda del equilibrio entre las cinco grandes potencias. A ello hubo que añadir la reordenación del mapa de Europa. Rusia consiguió parte de Polonia, Austria Lombardía y el Véneto, Prusia Renania, Sarre y Sajonia. Se crearon además nuevos estados, como el de los Países Bajos (Holanda y Bélgica).

5. LIBERALISMO y NACIONALISMO: DOS IDEOLOGÍAS UNIDAS.

La Restauración del absolutismo en Europa había supuesto la persecución de las ideas liberales difundidas por la Ilustración y puestas en práctica por Revolución Francesa y Napoleón.
A pesar de esta represión, el liberalismo, alentado por la burguesía, fue en auge. Las ideas de soberanía nacional, de división de poderes, de defensa de los derechos individuales y de libertad económica, estaban ya firmemente asentadas en importantes capas de la sociedad europea, y no dejaron de desarrollarse hasta resquebrajar definitivamente los principios del Antiguo Régimen impuestos por la Restauración.
Al lado del Liberalismo, surge una fuerza que le acompañará: el Nacionalismo.
Ambas ideologías, junto al Romanticismo, que indagaba en las raíces de los pueblos y su historia, así como la supremacía del sentimiento sobre la razón, irán frecuentemente unidas. Tal sucedió en las distintas oleadas revolucionarias de la primera mitad del siglo XIX (1820, 1830 y 1848) o, ya durante la segunda, en el proceso de unificación italiano.

5.1. LAS IDEOLOGÍAS LIBERALES
El término liberalismo tiene un amplio significado, aplicable a diversos campos como el político, el económico, el social o el filosófico.
Podría definirse como una corriente que exalta y defiende los valores del individuo y sus derechos frente a la injerencia del Estado y los poderes públicos.
La Ilustración difundió las ideas liberales que más tarde sirvieron de base ideológica a las revoluciones de Estados Unidos y Francia. Esas ideas jugaron un papel decisivo en las oleadas revolucionarias de la primera mitad del siglo XIX, la de 1820, 1830 y 1848.

Características del liberalismo:
-Desde el punto de vista POLÍTICO
Frente al absolutismo de "derecho divino" de las monarquías del Antiguo Régimen, el liberalismo sostiene que la soberanía reside en la "nación". Ésta la integran ciudadanos libres que, por propia voluntad, deciden guiarse por unas leyes creadas por sí mismos. Frente a los soberanos que concentran en sus manos todo el poder, éste debería repartirse entre diversas instancias. Montesquieu habla de tres poderes: el legislativo, encargado de hacer las leyes, que reside en el parlamento; el ejecutivo, responsable de hacerlas cumplir, que reside en el gobierno; y el judicial, aquel que ha de mediar en los conflictos entre los ciudadanos y que reside en los tribunales y los jueces. Para garantizar el respeto de los derechos y libertades, los estados han de dotarse de una constitución, norma suprema o "ley de leyes" que limite el poder de los gobernantes.
-Desde el punto de vista SOCIAL
La sociedad del Antiguo Régimen consagraba la desigualdad estamental y atribuía a los súbditos un papel diferente según su nacimiento. Por contra el Liberalismo contempla la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley.
Fue la burguesía, integrante del estamento no privilegiado, la que dio aliento a las ideas liberales. Primero, de forma pacífica, canalizándolas a través de la Ilustración. Más tarde, imponiéndolas por la fuerza a lo largo de las sucesivas oleadas revolucionarias que sacudieron Europa desde el último tercio del siglo XVIII hasta la segunda mitad del XIX. El liberalismo fue un fenómeno paralelo a la Revolución Industrial. La principal beneficiaria del proceso de industrialización fue la burguesía, que acumuló una inmensa cantidad de capital que le confirió el dominio de la nueva sociedad de clases, dividida en función de la de la riqueza y no de los privilegios.
-Desde el punto de vista ECONÓMICO
El Liberalismo sostiene que el Estado ha de intervenir lo menos posible en los asuntos de la economía. Es la iniciativa privada sobre la que ha de descansar el orden natural de la misma. Ataca pues, los principios de la corriente económica en boga en los siglos XVII y XVIII, el mercantilismo. La primera escuela crítica con el mercantilismo fue la fisiócrata. Propugnaba, entre otras cosas, que no se pusiesen obstáculos al libre desarrollo del comercio. Su lema "dejad hacer, dejar pasar, el mundo marcha por sí solo", fue asimilado por el liberalismo clásico, cuyo teórico más relevante fue Adam Smith.
Adam Smith, en su obra "Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones" (1776), establece que es el individuo quien, en la búsqueda de su interés personal, genera riqueza y bienestar colectivos. El trabajo y el mercado libre son los principales puntales de la economía. Atacaba de ese modo a los grupos privilegiados, al considerarlos parásitos.
-Desde el punto de vista IDEOLÓGICO
La defensa de la libertad de los individuos, concretada en el derecho a la libre conciencia, expresión y asociación fueron rasgos esenciales del liberalismo. Por su parte, el racionalismo supuso la separación entre Iglesia y Estado, la libertad religiosa. Se abrió paso la educación de carácter laico, relegando las creencias religiosas al plano individual y sujetándolas a la libertad de pensamiento. La idea de progreso caló en todos los ámbitos de la vida: técnico, económico, social. Era la naturaleza la que había de regular esa tendencia a la perfección, mediante la libre competencia de hombres libres. La función que habría de restar al Estado era regular ese juego mediante un número lo más limitado posible de leyes. Cuantas menos, mejor. El papel tradicional de la Iglesia como fuente de autoridad científica y árbitro moral quedó en entredicho, de ahí la feroz oposición de esta institución a las ideas liberales.

Importancia y tendencias del liberalismo
El liberalismo constituyó una formidable fuerza que minó la estructura del Antiguo Régimen. Sin embargo, no constituyó un movimiento unitario, sino que se escindió en dos corrientes bien diferenciadas:
- Una, conservadora, conocida como "liberalismo doctrinario", partidaria de conceder derechos políticos tan solo aquellos que contasen con la suficiente riqueza y formación (sufragio censitario).
- La otra, el "liberalismo democrático", partidario de extender plenos derechos a todos los ciudadanos masculinos sin otro tipo de distinción de riqueza o preparación. Éstos podrían ejercer libremente y sin restricción su voto (sufragio universal).

La Revolución Industrial puso de manifiesto que un débil Estado competente tan solo en materias de orden público, justicia o defensa, era incapaz de garantizar una mínima justicia y equidad social, pues no impedía la explotación y miseria de amplios sectores de la sociedad.

5.2. LAS IDEOLOGÍAS NACIONALISTAS
A lo largo del siglo XIX, esta constituyó una corriente que impulsó la creación de nuevos estados nacionales, al tiempo que reforzaba los lazos entre los ciudadanos de los ya existentes.
Nacionalismo y liberalismo jugaron un importante papel a lo largo del siglo XIX, especialmente durante la primera mitad. Según los liberales, la soberanía residía en la nación, por ello era necesaria la existencia de una comunidad cohesionada y libre, con unos rasgos comunes (lengua, cultura, historia) que pudiese expresarse a través de un Estado nacional. Un claro ejemplo de este maridaje lo constituye el nacionalismo italiano.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, esta ideología se adentra en una fase de carácter conservador, que pervivirá durante el siglo XX.

Características del nacionalismo
El nacionalismo no es un fenómeno exclusivo del siglo XIX, hay que buscar sus orígenes en la Baja Edad Media como reacción al feudalismo. Tuvo además una gran proyección en el siglo XX. Fueron los revolucionarios franceses con su idea de nación frente a absolutismo, los que dieron impulso a esta ideología. Las invasiones napoleónicas espolearon los sentimientos nacionalistas de españoles, rusos y alemanes. La Restauración, con la imposición de los viejos valores y la creación de estados artificiales, incrementó los ánimos nacionalistas (así ocurrió con Bélgica, incorporada a Holanda). Éste sentimiento se percibió en las revoluciones de 1820, 1830 y 1848. Ejemplos de nacionalismo fueron la independencia de Grecia frente a Turquía o el de las colonias españolas de América. Sin embargo, los casos más significativos de la acción nacionalista fueron las unificaciones italiana y alemana.

Clases de nacionalismo:
- El nacionalismo liberal considera que una nación surge de la voluntad de los individuos que la componen. Éstos adquieren el compromiso de vivir en armonía y gobernarse por medio de unas instituciones comunes. Es el deseo de las personas el que constituye la colectividad. Este tipo de nacionalismo está muy influido por la Ilustración (Rousseau). Se desarrolló en Italia durante la unificación, así como en Francia. Su más importante teorizador fue el italiano Mazzini.
- El nacionalismo conservador u orgánico también llamado orgánico, considera a la nación como un órgano vivo que presenta unos rasgos comunes: lengua, cultura, territorio, tradiciones e historia. La nación está por encima de la voluntad de los individuos. Aquel que nace en ella es portador de esos rasgos, lo desee o no, como si de una carga genética se tratase. Sus principales valedores fueron los alemanes Herder y Fichte.

Evolución del nacionalismo
El nacionalismo fue en sus orígenes una ideología propia de minorías, pero adquirió a finales del siglo XIX un carácter de masas. Las revoluciones de 1848 contribuyeron a acrecentar su potencial. Durante la primera mitad del siglo XIX, constituyó un movimiento muy ligado al liberalismo de signo progresista enfrentado a las ideas de la Restauración. Es el caso del nacionalismo griego frente al imperio turco, el de las colonias americanas sublevadas contra España, o el de húngaros y checos frente al imperio austríaco. Sin embargo, durante la segunda mitad de siglo, fue adquiriendo un talante conservador y belicoso, supeditando la libertad de los ciudadanos a los proyectos de las minorías identificadas con el poder. Este tipo de nacionalismo constituyó uno de los ingredientes del imperialismo y engendró numerosos conflictos, algunos de ellos tan decisivos como la Primera Guerra Mundial.


6. LAS REVOLUCIONES LIBERALES

SIGNIFICADO
El orden impuesto por la Restauración tuvo una escasa duración. Los sentimientos nacionalistas y la ideología liberal afloraron en numerosos países e hicieron frente a la represión de las ideas surgidas de la Revolución Francesa.
Durante la primera mitad del siglo XIX, se produjeron varios ciclos revolucionarios: 1820, 1830 y 1848. Cada uno de ellos tuvo sus propias características, pero en todos ellos fue la burguesía la principal clase social implicada. En la de 1848, intervino además una nueva: el proletariado.
El resultado de estos conflictos fue desigual, pues mientras en el caso de Grecia la revolución logró triunfar, en otros lugares (España, Italia, Polonia, etc.), no lograron su objetivo.
Afectó a varias partes de Europa, pero tuvo su origen en Francia y tuvo mayor relevancia que su predecesora de 1820. Al igual que en la de 1789 confluyeron varias causas. Entre ellas, económicas: una grave crisis agrícola, que provocó una fuerte elevación de los precios, así como la crisis de la industria.
En ella se mezclaron reivindicaciones de carácter liberal y de carácter nacionalista. Las asociaciones secretas (masones, carbonarios) jugaron un importante papel en las insurrecciones contra el poder constituido.
En Francia la sublevación estalló ante el gobierno absolutista de Carlos X, quien aprobó una serie de ordenanzas que coartaban seriamente diversos derechos (libertad de prensa, voto, etc.). Tras las llamadas "Tres jornadas gloriosas" el rey fue obligado a abdicar y fue sustituido por Luis Felipe de Orleans, quien estableció un régimen liberal de signo moderado, con sufragio censitario.
La Revolución se extendió por otras áreas. En Bélgica tuvo éxito, logrando independizarse de Holanda. Pero fracasó en Polonia, que trató de independizarse de Rusia, así como en Italia.

Características
La revolución en Francia
Después de la oleada revolucionaria de 1820, nuevas convulsiones se extendieron por Europa. Las revoluciones de 1830 tuvieron su origen en Francia. Carlos X de Borbón, monarca de talante absolutista, intentó recortar los derechos de los franceses, entre ellos, el de libertad de prensa, por medio de una serie de disposiciones legales: las “Ordenanzas de julio”. Éstas eliminaban las libertades concedidas por su hermano y predecesor Luis XVIII recogidas en la Carta Otorgada de 1814.
La revuelta estalló en París y, tras las denominadas “Tres jornadas gloriosas”, el rey hubo de abdicar presionado por los liberales. Le sucedió Luis Felipe, de la dinastía de Orleans, quien volvió al marco de la Carta Otorgada. Reinó hasta 1848, año en que estalló una nueva revolución. El nuevo régimen era de signo liberal, y admitía el sufragio de carácter restringido o censitario. Se trataba de una monarquía de carácter limitado, que reconocía la soberanía nacional.

La revolución fuera de Francia
Tras el estallido de la Revolución en Francia, ésta se extendió por otros territorios. Bélgica, tras el Congreso de Viena, había sido integrada junto a Holanda en un nuevo estado, el de los Países Bajos. Los belgas deseaban la liberación nacional. El movimiento tuvo éxito y Bélgica alcanzó la independencia bajo una monarquía constitucional representada por el rey Leopoldo I. Los polacos, imbuidos por un sentimiento nacionalista, se sublevaron contra el Imperio Ruso. Su intento fracasó tras una dura represión. En Alemania hubo también movimientos de carácter antiabsolutista, mezclándose éstos con aspiraciones nacionalistas que pretendían la unificación. En Italia, al igual que en Alemania, confluyeron reivindicaciones de carácter liberal y nacionalista. Así Parma y Módena registraron revueltas contra el poder austríaco, que también fracasaron.

Balance de las revoluciones de 1830
Las revoluciones de 1830 dejaron el escenario geopolítico europeo fragmentado. Por un lado, Europa Occidental, donde el liberalismo triunfó (Francia, Bélgica, algo más tarde España). Allí, en adelante, las confrontaciones políticas se dirimirían entre liberales conservadores, partidarios del sufragio censitario, y liberales progresistas, partidarios del sufragio universal masculino. En Europa Oriental, los estados absolutistas (Austria, Rusia y Prusia) mantuvieron vivo el espíritu de la Restauración y las luchas de tipo político se articularían en torno a la consecución de unas libertades básicas, acompañadas de reivindicaciones de carácter nacionalista. Pasaría poco tiempo antes de que una nueva oleada revolucionaria, la de 1848, sacudiese de nuevo Europa.

LA OLEADA REVOLUCIONARIA DE 1848
Al igual que la de 1830, la oleada revolucionaria de 1848 se originó en Francia, luego se extendería a otros países. Sus repercusiones tuvieron gran importancia, no sólo política, también social. Fue denominada "La primavera de los pueblos".
Sus causas fueron fundamentalmente económicas y políticas.
En 1847 estalla una crisis agrícola como consecuencia de una serie de malas cosechas consecutivas. Los precios de los alimentos básicos suben y afectan a las clases populares. La industria se vio igualmente afectada, llevando al paro a muchos obreros. La monarquía de Luis Felipe de Orleans, se había centrado en favorecer a la alta burguesía. La pequeña burguesía y el proletariado urbano se aliaron en demanda del sufrago universal.
El rey hubo de abdicar y los revolucionarios proclamaron la II República, bajo la presidencia de Luis Napoleón Bonaparte. Se estableció el sufragio universal masculino.
Las revueltas se extendieron por Austria, Prusia y otros estados. Aunque fracasaron, las revoluciones de 1848 tuvieron una gran influencia en el liberalismo y en la aparición del movimiento obrero.

Características
La revolución en Francia .
La de 1848 constituye la tercera oleada revolucionaria de carácter liberal del siglo XIX, tras las de 1820 y 1830. Su epicentro se situó en Francia, pero afectó a buena parte de Europa. Entre las causas que la provocaron destacaron la crisis económica y la restricción del derecho a voto (sufragio censitario) a una minoría, la alta burguesía. El rey Luis Felipe de Orleans fue obligado a abdicar. Proclamada la II República, bajo la presidencia de Luis Napoleón, se extendió el sufragio universal (masculino), así como la libertad de prensa y asociación. Asimismo se articularon medidas de carácter social: la jornada de 10 horas y la creación de los Talleres Nacionales, para paliar el paro obrero. La radicalización de la situación, asustó a la pequeña burguesía, que abandonó su alianza con los obreros. En 1852 Luis Napoleón dio un golpe de estado y se proclamó emperador (Napoleón III), iniciando una etapa de carácter reaccionario que terminó con las conquistas de la revolución.

La revolución fuera de Francia
Tras el estallido inicial en Francia, la oleada revolucionaria se extendió por otras partes de Europa: - El Imperio Austríaco sufrió una serie de revueltas que obligaron a huir a Metternich. Checos y húngaros se sublevaron. Se formó una Asamblea constituyente. - Alemania también se vio afectada por los acontecimientos. El rey Federico IV de Prusia hubo de aceptar una constitución que limitaba su poder absoluto. En Frankfurt se gestó una Asamblea nacional, que intentó canalizar las aspiraciones del nacionalismo alemán aunque, finalmente, fracasó. - En Italia, los territorios que se encontraban bajo dominio austríaco (Lombardía-Véneto) se sublevaron, aunque la rebelión fue abortada por las tropas imperiales. En los Estados Pontificios el papa Pío IX huyó y se implantó una efímera república. En el Piamonte se creó una monarquía constitucional, que se convertiría en el motor de la unificación italiana.
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Balance de las revoluciones de 1848                                              
Las revoluciones del 48 fracasaron. Aparentemente la reacción había salido triunfadora, el Antiguo Régimen volvía a imponerse sobre los intentos democratizadores. La alta burguesía continuó enriqueciéndose con sus negocios y controlando el poder político, en tanto que la pequeña burguesía y la clase trabajadora eran apartadas de él. A pesar de ello, hubo algunas conquistas que darían fruto a largo plazo: - Se había experimentado el sufragio universal, en adelante, el camino hacia la democracia fue imparable.
- El nacionalismo se consolidó, amenazando el orden estatal hasta entonces conocido. Se iniciaban las unificaciones de Italia y Alemania.
- El proletariado, sometido a una despiadada explotación, comenzó a tomar conciencia de su situación y a organizarse de manera autónoma, separando la defensa de sus intereses de los de la pequeña burguesía. En adelante esta clase jugaría un creciente papel social y político en la historia.
 

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